CINCUENTA Y CINCO MENTES - CAPÍTULO 3: LA REALIDAD



 Capítulo 3: La realidad 


En ese mismo instante todo se volvió a nublar y abrí los ojos. Me deslumbré por culpa de la luz que entraba por la ventana de mi habitación. Giré la cabeza hacia la derecha y, como de costumbre vi a mi psicóloga. 

- Buenos días. - Dijo sonriendo con su cuaderno y bolígrafo en las manos.  

Mi psicóloga era una chica de mi edad, tenía 27 años, unos ojos verdes preciosos, pero que se diferenciaba por su corta melena castaña. Ella era una de las pocas personas que me hacían sonreír y olvidar todos mis problemas. 

- Hola. - Dije sonriendo aún más.

- ¿Cómo has dormido hoy? - Preguntó.

- Bien. - Contesté. 

- ¿Pesadillas? 

- Sí. - Añadí. 

- ¿La del vuelo Japón - Londres y el intercambio? - Dijo preocupada. 

- Sí. 

Ella apuntó algo en su cuaderno que no pude ver.

- Bueno, ¿estás listo para tu paseo mañanero? - Preguntó con entusiasmo.

- Claro. Por cierto ¿podría mi amigo acompañarnos hoy? - Pregunté sabiendo la respuesta. 

- Ya conoces el protocolo, solo puedo salir con mi paciente. - Dijo seria. 

- Está bien... pero, ¿al menos podré comer con él, no? - Dije, casi suplicando. 

- (Suspirando) Vale, te dejaré comer con él. Vístete rápido, te espero fuera. 


Seguidamente salió por la puerta. Me levanté de mi cama y observé toda mi habitación, era bastante aburrida. Me dirigí hacia mi armario para coger unos vaqueros negros y mi camiseta de Ramones. Cuando me vestí y me puse los zapatos salí por la puerta encontrándome con la mirada de mi psicóloga. 

- ¿Listo? - Preguntó.

Asentí con la cabeza y salí por la puerta decidido. 

Mientras bajábamos, ella saludaba a todas las personas que veía con una gran sonrisa.

Una vez abajo nos paramos enfrente del edificio en el que estábamos hace unos segundos. Me fijé en las letras: ''HOSPITAL JOHNS HOPKINS''. 

Aquí en Baltimore es el único centro psicológico que hay. 

En ese momento me fijé en el cuaderno de mi psicóloga:


Paciente con esquizofrenia y leve TOC. 

Edad: 27 años.


Era mi documento, no lo podía creer.

- ¿Yo...? ¿Qué hago anotado en ese cuaderno? ¿Ese es el cuaderno de ese centro?


Tenía miles de preguntas por resolver y sin respuestas.

¿Qué me había pasado? ¿Por qué no sabía ni me acordaba de nada? 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares