CINCUENTA Y CINCO MENTES - CAPÍTULO 2: MIS COMIENZOS

 

Capítulo 2: Mis comienzos

Era la última semana de clases en el instituto y comenzaba a organizar mis vacaciones de verano.

Estaba prestando atención a un anuncio que se encontraba situado en lo más alto del instituto y que por fin había decidido leer: ¡Descubre el mundo…!

-        ¿Qué haces aquí parado?, preguntó una voz un tanto peculiar pero conocida.

Me di la vuelta y vi a mi mejor amigo, que llegaba tarde al colegio como siempre.

Era viernes y como de costumbre, ya era la hora del almuerzo. Mientras comía, me acordaba de aquel anuncio, pero ahora mismo no era lo más importante que rondaba por mi cabeza. Acto seguido, empujó a su amigo hacia una de las mesas del comedor.

Cuando ya estábamos sentados, su amigo empezó a comer mi empanadilla de atún, ya que yo estaba en mi mundo y no me enteraba de nada.

-        Vale, ¿qué haremos ahora?, recuerda que es nuestro último día de instituto.

-        ¿Me escuchas? (parecía que estaba en otro planeta).

Me pasó la mano por la cara para ver si respondía, al ver que no reaccionaba, se acercó lentamente a mi oreja para gritarme. Al oír mi nombre tan alto, me sobresalté haciendo que la mochila cayera al suelo y creara un gran escándalo. Cogí la maleta rápidamente y salí corriendo de la sala.

Nos encontrábamos en el patio, sentado en uno de los bancos del jardín.

-        Últimamente estás muy despistado. Dijo su amigo.

-        Sólo estaba pensando en el anuncio que había leído esta mañana.

 

¡DESCUBRE EL MUNDO!

En la letra pequeña podía leer: *programas de intercambio para jóvenes de todo el mundo* ¡Cambia tu vida ahora! ¡Las inscripciones están abiertas!

Desde muy pequeño siempre había soñado con viajar a Londres, al ser un lugar tan pintoresco. Pensaba que era la oportunidad perfecta y que no podía dejarla escapar, pero tendría que dejar de lado toda mi vida y comenzar una nueva.

Miré a mi amigo con cara seria y sabía lo que estaba pensando, esas veces en las que nos leemos la mente.

En mi mente sólo veía el anuncio y la idea de estar caminando por aquel lugar, pero no sabía cómo sería la reacción de mi amigo al decírselo, lo más probable es que me dijera que estaba loco, o si no tenía algo mejor que hacer.

-        Creo que al leer el anuncio esta mañana….

Me interrumpe con un rotundo ¡SI!

-        Iremos al programa de intercambio, creo que es una gran idea para realizar un proyecto que tengo en mente.

Poco a poco fue cambiando la expresión de su cara a una de asombro, pensando si estaban haciendo las cosas muy rápidas.

-        ¿Lo dices en serio?

-        Si, necesito un ticket de intercambio.

-        Entonces hablas en serio.

Yo sabía todos los problemas que tenía con su familia, pero pensó en ser un poco egoísta en esta idea.

-        Estoy de acuerdo, nos vamos.

Cuando terminé de comer, avisé a mi amigo que iba camino del colegio para inscribirme. Llegué al sitio, traté de dar buena impresión para conseguir el ticket, creía que en ese momento todo me había ido de maravilla, después de todo, no había tenido ningún inconveniente.

Dos semanas después.

Acababa de llegar a Londres, hace dos días que me llamaron para decirme que había sido escogido en el programa de intercambio. Lo primero que hice fue llamar a mi amigo.

-        ¿Estás ahí…? ¡Hemos sido aceptados!

Lo primero que hice al salir del aeropuerto fue pedir un taxi e ir al palacio de Buckingham, tenía 4 horas para visitar la ciudad antes de conocer a la familia que me acogería. Cuando llegué al palacio me quedé asombrado, no me esperaba que fuera tan bonito. Lo que más me asombró fue la rotonda llena de flores rojas y amarillas y arbustos a su alrededor.

Más tarde visité el parque St. James, el paisaje de los vegetales mezclado con el río que había al lado, era hermoso.

A la mitad del paseo encontré una tienda de helados, nadie podía resistirse a uno, así que pedí uno de frambuesa, mi favorito. ¡Estaba riquísimo!

Me sentía muy nervioso y creo que por eso no paraba de dar vueltas por la ciudad. Esa familia me acogería durante mucho tiempo y tenía muchas preguntas en mi cabeza, ¿sería una buena familia?, ¿tendrían muchas normas?, ¿me adaptaría a su vida? Todas esas dudas se presentaban en mi mente como la primera vez que vi el anuncio que me llevó hasta donde estoy ahora mismo.

Pillo el primer autobús que estaba en aquella heladería, llego a la casa y golpeo la puerta.

TOC, TOC, TOC…

De momento se abre esa puerta tan grande, mirando hacia el suelo por si tenía bien atado los cordones, levanto la cabeza y no lo podía creer.

-        ¿Qué haces aquí?

-        ¡No lo puedo creer!