Charlie y la fábrica de chocolate
Había una vez un niño llamado Charlie Bucket, era un niño
ejemplar, vivía en una casa con sus abuelos maternos y paternos y con su padre
y su madre. Eran pobres y todos los días comían sopa de col.
El padre de Charlie estaba trabajando en la fábrica del señor
Willy Wonka. Trabajaba en la sección de tapones de pasta de dientes, siempre
que alguno salía defectuoso se lo llevaba a casa, ya que, Charlie estaba
haciendo una escultura de la fábrica con esos tapones.
Un día cerraron la fábrica, y jamás se supo nada de ella,
solo que seguía funcionando para fabricar chocolate, pero nadie había pasado a
su interior. Pasó el tiempo... Y llegó el cumpleaños de Charlie, como era pobre
no le podían regalar nada de valor, así que el pedía lo que todos los años una
tableta de chocolate. A Charlie le encantaba el chocolate, pero no podía
comerlo todos los días, ya que no tenían dinero.
Ese mismo día ocurrió una cosa sorprendente, la fábrica de
Willy Wonka volvía a abrir para mostrar a 5 niños su interior. No era nada
fácil, tenías que encontrar un billete dorado escondido en una chocolatina
Wonka. Charlie compró su chocolatina, pero no le tocó y era muy difícil que le
tocase, porque ya le había tocado a 4 niños Augustus, Veluca, Violet y Mike.
Augustus, era un niño glotón, amaba el chocolate y era
excesivamente gordo. Veluca Salta era una niña rica, pija y odiosa a la que sus
padres le habían conseguido el billete pagando a sus 5.000 empleados para que
abriesen todas las cajas de chocolatinas Wonka que habían comprado. Violet era
una niña a la que le encantaba el chicle de hecho tenía varios premios a el
chicle más grande, el chicle más duradero y el chicle más flexible. Mike era un
niño amante de los videojuegos y de la informática, se pasaba el día entero
jugando a la consola. Pero Charlie todavía tenía esperanza.
Charlie compró
su chocolatina la abrió con emoción y dentro no había nada...Charlie llegó a
casa decepcionado y triste, ya que jamás vería esa fábrica de chocolate que
tanto deseaba. Pero a pesar de todo, le dio a su madre, a su padre, y a sus cuatro
abuelos. Su abuelo, no tenía mucho dinero, pero le dio 2$
para una chocolatina. Charlie fue a comprar esa chocolatina la abrió y ¡¡vio un
billete dorado!! Charlie no se lo podía creer fue corriendo a casa y se lo
contó a todos. Todos se llenaron de felicidad al ver que Charlie tenía ese
billete. Fue a visitar la fábrica y de todos los niños desaparecieron 4 y sólo
quedó Charlie, los otros niños pecaban de gula, la soberbia y la envidia. Este
cuento enseña como tu vida puede cambiar de un momento a otro, y que no es más
rico quien más tiene si no quien menos necesita. Es de bien nacido, ser
agradecido.
FIN
FIN
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